ESCUELA DE DOCTORADO

 
Tesis Doctorales de la Universidad de Alcalá
LA POLÍTICA EXTERIOR ANTINARCÓTICOS DE LOS ESTADOS UNIDOS EN LA ERA NEOCONSERVADORA Y SU IMPACTO EN LA CONSOLIDACIÓN DE LA DEMOCRACIA Y EL ESTADO DE DERECHO EN MÉXICO
Autor/aCervantes , Sergio Alberto
DepartamentoInst.univ.inv.est.norteame.benj.franklin
Director/aCañero Serrano, Julio
Codirector/aSandoval Palacios, Juan Manuel
Fecha de defensa13/09/2017
CalificaciónSobresaliente Cum Laude
ProgramaDoctorado en Estudios Norteamericanos (RD 1393/2007)
Mención internacionalNo
ResumenEn los Estados Unidos el pensamiento puritano echó fuertes raíces dentro de su sociedad. A finales del siglo XIX proliferaron multitud de sociedades reformistas que buscaban corregir moralmente a los individuos atrapados por algún demonio tutelar. Esto trajo consigo, en el siglo XX, la inauguración de una era prohibicionista. Ante el avance del consumo de opio en las Filipinas, y buscando congraciarse con China, Estados Unidos promovió la ilegalización internacional de las drogas hacia 1909, lo cual consiguió en la Conferencia de La Haya en 1914. La prohibición de las drogas a partir de 1914 provocó un fuerte impacto en el subcontinente americano, principal lugar de cultivo de las materias primas que se utilizaban en su producción. La presión estadounidense obligó a muchos países a rebasar sus facultades constitucionales en la aplicación de su Ley Harrison. En Sudamérica, comunidades campesinas se vieron de pronto acosadas y perseguidas por dedicarse al cultivo de la hoja de coca, una práctica ancestral. En el caso de México, la política prohibicionista estadounidense contribuyó a generar una corrupción y una represión desmedida en el régimen posrevolucionario, gracias a lo cual éste duró en el poder más de setenta años. El Ejército mexicano gobernó al México posrevolucionario cerca de treinta años. Las enormes ganancias que las drogas ilegales reportaron a los narcotraficantes, provocó que esta institución se contaminara desde sus inicios, pues sus miembros también detentaban el poder regional, lugar idóneo para las componendas y sobornos. Cuando el poder nacional pasó a manos de civiles y se le pidió al Ejército mexicano que se involucrara en el combate a las drogas a partir de 1947, muchos de sus generales ya se habían enriquecido promoviendo o solapando la producción o distribución de drogas. La aplicación de la política prohibicionista en materia de drogas generó en México una atrofia en el desarrollo de sus instituciones jurídicas y sociales. Entre los militares y los civiles se forjó un pacto cuyo punto de unión fue la compartición del negocio de las drogas entre ambas instancias. Cuando fuerzas políticas opositoras le demandaron a este régimen más justicia y democracia a partir de la década de los sesenta, estos elementos reforzaron sus lazos y desataron una feroz represión gubernamental. Estados Unidos solapó estos atentados contra la democracia y el Estado de derecho atrincherados en su lógica de país hegemónico. Con tal de evitar que en países como México surgieran gobiernos de raigambre popular y nacionalista que desafiaran su dominio imperialista, enmascarado como demanda de combate a las drogas, los Estados Unidos le avalaron al gobierno mexicano fraudes electorales y políticas de exterminio. Aunque acaecía esto desde hacía tiempo, se recrudeció aún más a partir de la década de los ochenta y no ha visto su fin hasta el momento presente. El caso del estado de Sinaloa es fiel reflejo de esta problemática. Ahí nadie ha llegado al poder sin el aval de los señores del dinero y las armas, quienes se han servido de ello para comprar conciencias o intimidar al que disiente.